viernes, 7 de octubre de 2016

Ati y Mindhiva', de la Sierra Nevada a las calles de Bogotá


El cineasta Jim Jarmusch alguna vez dijo que prefería hacer un largometraje sobre un hombre que sale a pasear con su perro, antes que filmar la cotidianidad de algún presidente. ¿Por qué?, porque la vida de un gobernante no simboliza la hostilidad diaria a la que se enfrenta el ser humano en sus ciudades. A la directora colombiana Claudia Fischer parece ocurrirle lo mismo. Su documental Ati y Mindhiva habla de las batallas urbanas de dos mujeres indígenas Arhuacas y sus metas por cumplir en la capital




Ati (fuerza femenina) y Mindhiva (sanadora), oriundas de la Sierra Nevada, parecen un vínculo perdido con la espiritualidad. Las jóvenes, envueltas en sus mantas blancas, inmunes al humo de los buses, caminan por Bogotá en una travesía que tiene como destino la educación universitaria. Ellas bajaron de la Sierra al pavimento para ser odontóloga y médica general, respectivamente.  
Ati y Mindhiva es una road movie a pie que rescata los sentimientos de añoranza hacia la tierra abandonada. Un sueño académico define las vidas de dos mujeres errantes en una ciudad mezquina. A los 5.775 mts de la Sierra Nevada de Santa Marta alguna vez llegaron los capuchinos para someter a los indígenas, cambiándoles su lenguaje, imponiéndoles una educación que condena sus conocimientos milenarios y forzándolos a adorar imágenes católicas. En definitiva, la educación medieval europea fue un mal impuesto por el hombre blanco y sus nefastos líderes religiosos.
Asépticas, caminan alegres a la sombra de una cámara novata, que como en los videos familiares de navidad es testigo de instantes francos. En este caso la Sony 550 HD hace las veces de Mamo (guía espiritual), que escucha y guarda testimonios entrañables y serenos: “Todo lo que hagamos hoy -dice Ati Seynekum Villafañe Izquierdo- repercutirá para las siguientes generaciones. Es importante que busquemos el equilibrio con nosotros mismos y con la naturaleza, que practiquemos la tolerancia y la paciencia de vivir al ritmo de la vida”, voz que se pierde entre el ruido del tráfico.
Con elipsis entre montañas nevadas y la congestionada carrera 30, la directora logra transmitir sensaciones de agitación y mugre propias del documental Infierno o paraíso de German Pifano. El espectador sabe que ni el barro con el que se construyen las chozas de la aldea puede ensuciar tanto como el hollín rolo que curte los cuellos. Las indígenas caminan entre calles enemigas evocando la grandeza de Gaia. Es un documental en el que se percibe a la adversidad como acto de redención.   

Este trabajo de Fisher a recibido numerosos premios en el mundo como mejor documental corto del International Film Festival y mejor documental en el Comedy Movie Award de Yakarta-Indonesia (2014), mejor dirección de documental corto y mejor edición de documental en el International Filmmaker Festival Of World Cinema de Londres (2015) y finalmente, mejor largometraje del St. Tropez International Film Festival en Francia (2015).
Fuente: Revista Arcadia


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